Miré hacia atrás y siempre me encontré a mi misma bajo ese manto transparente cubriendo las dudas, navegando las velas desplegada en un mar de posibilidades. Despojándome de lo meramente decorativo para introducirme en un mundo misterioso, creador de una conexión nueva con el espacio, intentando la exploración del diálogo establecido con lo que nos ha aportado el legado artístico humano a través de su historia.
La realidad de una obra es su presencia a la vez resultado del esfuerzo de comprender y comprendernos con rigor intelectual, abarcando nuestra íntima condición agudizada por la observación de la naturaleza. Crear un mundo propio emergiendo del espíritu, siguiendo un impulso marcado por la necesidad de dejar señales de lo vivido. Con multitud de figuraciones, símbolos escapados a lo cotidianamente visible, buscando no solo la belleza formal sino trasmitiendo fuerza y sentimiento emanados de la obra.
En el muy atractivo afán de elaborar texturas generando volúmenes de espeso material, introduciendo grafismos e incisiones, acercándome a las pequeñas huellas de la naturaleza, seres minúsculos, elementos casi siempre presentes sea cual sea el tema abordado y técnicas empleadas, cerámica, papel, metal o la discrecional utilización de los medios combinados.
A veces una forma extraña deja sus mínimas señales sobre el color oxidado herido en su expuesta desnudez. Una fauna ajena, secreta, brillando como un tintineo, eco imperceptible repitiéndose en los huecos adormecidos, símbolos precipitados, cosquilleo bajo la piel del paisaje horadado.
El color ofrece su danza incomparable alrededor de la luz fluyendo entre sus mixturas. La paleta desciende sin utilizar el negro y se acentúan los oscuros bajando el valor de los colores, no existiendo una merma en su brillantez y limpieza. Hay una predominante tendencia hacia el manejo de tierras, óxidos metálicos, impulsada por su uso en mi etapa como ceramista, incorporándose a una necesidad espontánea con relieves permanentes durante la realización de la obra pictórica.
Subyace bajo el color la estructura ordenando la composición, recreándose en un idioma cuya constancia incide en el desempeño final. Esa comprensión de técnicas dentro de sus variaciones es un propósito que no permite desperdicio de condiciones ni restringe las posibilidades y ansias de superación, creando nuevos ámbitos de investigación que se manifiestan con diversidad de logros. Muchas veces trabajando sin plan previo, aflora una síntesis de la experiencia acumulada manifestándose sin esfuerzo, con espontaneidad.
Los humanos somos fuertes y frágiles a la vez, polivalentes, cambiantes, no seguimos una línea recta, ondulamos y nos adaptamos o rebelamos ante las circunstancias envolventes, condicionantes, externas.
El arte debe desarrollarse dentro de las mejores condiciones de libertad, constituyéndose en una maravillosa oportunidad de circular dentro de un vasto mundo donde elegimos, imaginamos, somos sinceros y nos comunicamos con nuestros congéneres ofreciéndoles lo mejor de nosotros mismos para permanecer en su memoria.
Concepción Tané
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